Ya nos canta la alondra, mi Romeo.
Ya amaneció: debes marcharte ahora.
Te perderé al comenzar la aurora,
rota mi alma tras el escarceo
de esta noche de amor, como un mareo
con remolino rojo, que enamora
mi esencia Capuleto, y que, traidora,
en Montesco se ha vuelto sin rodeo.
Huye, mi amor, que luego, tu Julieta
te encontrará en la gruta secreta,
y oficiará, como buena anfitriona
el rito de la muerte: esa alcahueta
del odio incomprensible, que enrabieta
las mejores familias de Verona.
14-2-2014