La princesita Li era la hija más pequeña del Mandarín de la China.
El papá de Li era el Mandarín más mandarín de todos los mandarines.
Era el mandarín que más mandaba.
Por eso mandó a los jardineros de su palacio que llenaran los campos de mandarinos, que son unos árboles que producen mandarinas.
Las mandarinas son unas frutas parecidas a las naranjas pero más pequeñas y olorosas.
Se llaman mandarinas porque estaban en el jardín del Mandarín.
A Li le gustaban mucho las mandarinas. Le gustaba olerlas y contemplarlas.
Pero, sobre todo, le gustaba jugar con ellas.
Li agarraba las mandarinas con una mano y las lanzaba al aire muy altas para atraparlas con la otra mano.
Primero jugaba con dos mandarinas, luego con tres, con cuatro… hasta con siete mandarinas.
Sabía hacer juegos tan bellos con las frutas que su papá el Mandarín más mandarín de todos los mandarines, envió mensajeros con trompetas para comunicar que su amada hija era una experta malabarista.
Cuando se reunió la ciudad entera en la plaza que había delante del palacio del Mandarín, Li se subió a un estrado para que la viera todo el mundo.
Y comenzó la actuación.
Pero pasó un águila y le tiró la cesta donde estaban las mandarinas que necesitaba para la exhibición.
¡Oh!
Las mandarinas fueron rodando, rodando, hasta un rincón lejano, fuera de la plaza, donde había unos niños muy pobres que tenían hambre.
Ellos, al ver las mandarinas pensaron que era un regalo del Mandarín para que comieran.
Y se las estaban comiendo cuando llegaron los soldados del mandarín, que se quedaron estupefactos.
¡Nadie había pensado que las mandarinas se podían comer!
En el palacio pensaban que solo servían para olerlas y para adornar los salones con su colorido brillante.
Cuando le contaron a Li que no podía hacer la demostración porque aquellos niños se habían comido sus mandarinas, ella quiso probarlas.
Le gustaron tanto que, desde entonces, Li comía mandarinas enteras, en zumo, en mermelada y en helado.
Todo el mundo empezó a comer las mandarinas que se cultivaban en el jardín del Mandarín más mandarín de todos los mandarines.
¿Te gustan a ti, mi niña, las mandarinas?