Después Dios creó el Sol.
¿De qué color hizo el Sol?
De color AMARILLO para que reluciera en los amaneceres y cegara los ojos de los osados que quisieran mirarle a la cara.
Luego decidió crear la Tierra.
Y, como apenas tiene importancia entre todos los astros del Universo, le dio un color pardusco e intrascendente.
Al cabo de un tiempo comenzaron a salir en la Tierra unas hierbecitas que no tenían color.
Eso no le pareció importarle demasiado al Creador y dejó el pintarlas para otro día.
Entonces el Cielo y el Sol se dieron cuenta de lo descolorida que estaba la Hierba y decidieron ayudar a Dios en la enorme tarea de buscar colores para todo lo que iba creando.
El Cielo pensó que como su color era tan bonito, debía a enviar a las Tierra chorretones de azul.
También el Sol opinó lo mismo y preparó unos rayos amarillos para que la Hierba se pusiera en su bando de colores.
Dios los veía actuar y se sonreía.
Porque Dios lo sabe todo.
Y sabía que cuando se mezclaran el amarillo del Sol y el azul del Cielo,
surgiría el color VERDE, que era lo que él pretendía.
El Sol y el Cielo se quedaron un poco perplejos al ver el color VERDE distinto a ellos y, sin embargo, con algo de cada uno.
Descubrieron que Dios no necesitaba ayudantes.
Cuando Dios hizo a los animales, quiso buscar el más bello de todos los colores para pintar con él las sangre que circula por sus venas.
La sangre es el agua de la vida y tenía que ser muy diferente a los otros colores.
La Hierba, que no sabía que el Sol y el Cielo habían aprendido la lección de que Dios se las bastaba solo para crear el Universo, discurrió que lo más bonito sería que la sangre fuera verde también.
Así que les mandó a todos los animales mucho color verde para que su sangre se pareciera a ella.
Dios se sonreía pensando que la Hierba no entendía de pinturas, lo mismo que el Cielo y el Sol.
Decidió darle una sorpresa.
Agarró Dios todo el verde que la Hierba había enviado… le dio la vuelta con su divina mano…
Y… ¿a que no sabes qué color había detrás del verde?
¡El ROJO!
La Sangre se convirtió en roja para siempre.
Y la Hierba lloró lágrimas de rocío.
Pero se quedó maravillada cuando Dios, para consolarla, le colocó en medio las amapolas.
Ya no hubo más colores.
Todos, absolutamente TODOS, los colores los consigue Dios combinando el AZUL, el AMARILLO y el ROJO.
Como había conseguido el VERDE, que es hijo del Amarillo y el Azul.
Y
colorín coloradoamarillín amarillado azulín azulado Este cuento sí que se ha acabado. ¿De qué color son los besos?
