Un día, abrí curiosa
la caja de Pandora
y sentí como se esfumaba
mi estructura vital:
el dolor,
que dormía agazapado,
se ha emplazado en mis articulaciones;
la soledad
se ha instalado en la silla de enfrente
y me mira inmisericorde;
el olvido
se empeña en jugar al escondite
con mis recuerdos;
la energía,
que me ponía en marcha cada mañana,
necesita apoyarse en cojines
para no desfallecer;
la ilusión
se ha diluido en evidencia;
el tiempo
cada vez más encogido,
se escapa desaforadamente
sin mirar hacia atrás;
y el amor
se ha desvanecido
por entre los resquicios.
Menos mal que la envidia y la pereza
se han perdido a lo lejos,
huyendo asustadas.
Al quedar sola,la Esperanza
sueña gozosa
porque ahora que ya todo se ha ido
le queda la caja entera
para bailar conmigo.