Arrímate a mí, amor,
que te necesito
como la mar necesita
del agua y de la sal
mientras va y viene,
estrellando sus olas en la roca,
que le espera invencible,
segura de aplacar
su furia arrolladora
Amárrate a mi, amor,
que te sostengo
cuando ya no eres escollera
que amaine mis tempestades
sino frágil medusa deshuesada
que se mece a mi arrullo
y se deja llevar por mi marea,
ahora sosegada.
Agárrate a mi brazo.
Y no temas, mi amor:
que el fondo es firme.
Y ya no hay oleaje tormentoso
que rompa nuestro lazo de coral
convertido ahora en piedra
anclada en el reposo.
Apóyate en mi espalda.
Y no me dejes.
Que el mar, ya no es la mar
sin esa orilla
adonde se abandona y se diluye
fundiéndose con ella
en el reflujo
del amor.
Benidorm 18-4- 2015