¿Y QUÉ ME COMPRARÉ?
Sesenta y cinco céntimos de vellón
todos seguidos como en una ristra,
me anuncia, en una carta, la ministra,
que incrementan este año mi pensión.
No le alcanza al Gobierno mi emoción
por este despilfarro, que registra
que España va tan bien, que suministra
a sus ancianos esta bendición.
¿Y qué me compraré?, se preguntaba
la ratita que se encontró el ochavo,
que ella creyó tesoro, y no dudaba
en adquirir la Luna, en menoscabo
de los sesenta y cinco. Y colocaba
un lazo de lunares en el rabo.