SONETO A LA MADRASTRA

 La madrastra se mira en el espejo

y al encontrarse vieja y decadente

a Blancanieves odia eternamente

abrumada su mente por complejos.

 

Frunciendo con desdén el entrecejo

persigue a la princesa arteramente

dándole una manzana tan vilmente

que se la carga sin pedir consejo.

 

¿No pudo utilizar su gentileza

de manera sutil, no tan patética,

usando con talento la cabeza;

 

y olvidando la fruta, tan dietética,

buscar un tratamiento de belleza

acudiendo a una clínica de estética?

 

Bilbao, 17-2-2010