En el mismo paquete me han llegado
la ciática con mi jubilación,
teniendo , de esta forma, la impresión
de que la ley el pelo me ha tomado.
Es cierto que el trabajo ha terminado
y disfruto, contenta, mi pensión
pero tengo muy alta la tensión
y me doblo por culpa del lumbago.
¿ He de vivir como vieja amargada
en un cuerpo caduco y averiado
con una mente lúcida y ligera?
¿Qué sorpresa me tiene reservada
el destino, con el rostro arrugado,
si tengo corazón de quinceañera?
Bilbao24-XI-2005