EL ERIZO GUILGAMÉS

 

Guilgamés es un erizo gris y pinchoso.

Es dulce y sensible como un muñequito de carne tierna.

Por eso, la Madre Naturaleza le ha colocado una coraza de espinas protectoras.

Así se asustan los animales carnívoros y le dejan vivir tranquilamente sin zampárselo de un mordisco.

A Guilgamés no lo pueden acariciar los niños.

No lo puede acariciar su mamá, que también tiene púas y le pincharía.

No lo pueden acariciar sus hermanitos.

Ni la gatita Saky

ni el loro Pipo

ni la perrita Jara.

Guilgamés pasea solo por el jardín del tío Pedro. Y se esconde entre los lirios y entre las azaleas para que no le vea nadie.

Guilgamés está lleno de pena.

Su único amigo es el Sol.

El Sol le hace cosquillas cuando mete poco a poco sus rayos calentitos entre las púas de la piel de Guilgamés.

Guilgamés se pone muy contento y se queda quieto para que su amigo le acaricie sin pincharse.

Por eso, cuando llega el Invierno, como el Sol tiene poca fuerza, Guilgamés busca un rinconcito en el jardín y se esconde bajo la hojarasca.

Se arrebuja sobre sí mismo y se convierte en una pelota de agujas que espanta a los enemigos que se lo quieren comer.

Allí espera hibernando hasta que la Primavera le de fuerza a los rayos del Sol.

Cuando el Sol se encuentra ya recuperado del Invierno, lo primero que hace es calentar el nido de Guilgamés.

Éste se va despertando poco a poco y se despereza lentamente.

Asoma el morrito entre las hojas secas.

Mira hacia arriba esperando su rayo de Sol.

El rayito de Sol es la pila que pone en marcha a Guilgamés.

Y gracias al Sol puede caminar, comer lombrices y echarse novia.

Porque Guilgamés está buscando una eriza simpática para formar una familia de inofensivos erizos que limpien el jardín del tío Pedro de bichitos indeseables.

Mientras aparece su pareja, Guilgamés juega con el Sol que es el mejor amigo de todos los animalitos.

Porque el Sol es el Rey de la Naturaleza.