CELESTINA

Una mancebía de medio pelo

dirige Celestina en Salamanca;

arrugada y perdida su piel blanca

cubre sus canas con tupido velo.

A Melibea le ha alojado el celo

hacia Calixto en su alma blanca

y al mozo proporciona la palanca

de alcanzar a la niña al primer vuelo.

Más tacaña saliste que alcahueta,

Celestina: de ruin casamentera

cuyo nombre ha quedado en la memoria,

olvidamos tu triste trayectoria

de pensar solamente en tu cartera

y no amor que se vende sin receta.