LA LAMIA ENAMORADA

LA LAMIA ENAMORADA

pies de pato

Dramatización para teatro de aula

(Estrenada en el C.P. «BIRJINETXE», de Bilbao el 20 de junio de 2001 por alumnos de 5.º curso de Primaria)

PERSONAJES

NARRADOR

LAMIRA

LAMISA

LAMITA

LAMIKA

LAMIYA

ANTXON

MARTÍN

UNAI

AITOR

AITA

AMA

CASAMENTERA MADRE

CASAMENTERA HIJA

AMIGOS

ANCIANO

CUADRO I

NARRADOR.-   El pueblo vasco vive en un hermoso territorio de montañas suaves y serenos valles, que han configurado su personalidad a través de los siglos.

-Tanto los arroyos como los bosques forman parte de su vida: entre ellos nacen sus habitantes, entre ellos crecen… y entre ellos sueñan.

-No debe extrañarnos que los personajes fantásticos que pueblan la mitología vasca habiten en las montañas, los bosques y los arroyos.

-La leyenda que queremos representar tiene como protagonista a una bella Lamia, de largos y sedosos cabellos rubios.

-Las Lamias, al contrario de las Sorgiñes, que habitan en bosques o poblados, son brujas de agua.

-Residen en el bosque, a la orilla de los ríos, en los que acostumbran a bañarse y nadar con tanta rapidez como les permiten sus pies de pato o cola de    pez.

-Cuando salen del agua, les gusta sentarse sobre la hierba y peinar sus hermosos cabellos con un peine de oro.

-Viven alejadas de los humanos, pero, alguna vez, se han sentido atraídas por ellos.

-Corría el año 1310, cuando un joven de Vizcaya, llamado Antxon, salió con sus amigos a buscar setas.

-Ellos no sabían que aquel bosque estaba poblado por las Lamias.

   (Antxon y sus amigos cruzan el escenario, con sus cestas buscando setas y hacen mutis. A continuación aparece un grupo de lamias, que danzan muy   contentas. Están a la orilla del río y, en el baile, se levantan las largas faldas para enseñar sus pies de pato. Todas tienen el pelo larguísimo, rubio y delicado. Se llaman LAMIRA, LAMISA, LAMITA, LAMIKA y LAMIYA, o cualquier otro nombre similar, si tenemos muchas alumnas.)

LAMIRA.-   Yo creo que este lugar es muy bueno para vivir.

LAMISA.-   Está lejos de los caseríos y no nos molestará nadie.

LAMITA.-   Así andaremos a nuestro aire.

LAMIKA.-   …Sin fisgones mortales…

LAMIYA.-   Pues… que queréis que os diga… a mí no me molestan los aldeanos.

LAMISA.-    (Con guasa)  ¡Ay, mira!… Dice que no le estorban los seres humanos.

LAMIYA.-   Pues no. No me molestan.

LAMIRA.-   Oye: en el caserío de Munaguren vivíamos en el pozo y no nos dejaban en paz.

LAMISA.-   ¡Qué oscuro estaba!

LAMIKA.-   Es mucho mejor el arroyo. Aquí, al menos, vemos el sol.

LAMIYA.-   A mí me gustaba aquel pozo. Estaba cerca de las personas. Me encantan los humanos.

LAMITA.-   ¡Quédate con ellos!

LAMISA.-   O cásate con un baserritarra.

TODAS.-   ¡Eso, cásate!

LAMIYA.-   Pues no me importaría… mira.

LAMIKA.-   Ya puedes ocultar los pies. Como te los vean no te querrá ninguno.

LAMIYA.-   ¡Quién sabe!… Me pondré zapatos… o mejor, albarcas, que son más grandes y disimularían el tamaño de mis pies…

LAMIKA.-   ¿También para dormir?

LAMIYA.-   También.

    (Se oyen voces de los AMIGOS que discuten)

MARTÍN.-   Vamos, Antxon, ya tengo la cesta llena.

ANTXON.-    (Mirando la cesta de Martín.)  ¿Pero qué has hecho? Tira esa seta inmediatamente, que es venenosa.

MARTÍN.-   ¿Ésta?

ANTXON.-   Ésta… y ésta… ¿Pero no te das cuenta que son muscarias?

UNAI.-   Con las muscarias, alucinas

MARTÍN.-   ¿Muscarias?… ¡Qué despiste!…

AITOR.-   Parece mentira que lleves tanto tiempo de setero. En este bosque hay muchas setas venenosas. Esa que tienes a tus pies es mismamente la Seta del Diablo, que tampoco se puede comer.

MARTÍN.-   No la pensaba coger. Soy un experto en setas.

ANTXON.-   Ya lo hemos visto: si no te las quito, lo mismo te las cenas esta noche.

UNAI.-   Y todavía te tenemos que hacer una revisión de la cesta al llegar a casa, que lo mismo tienes media docena de oronjas verdes, que son tan venenosas como las muscarias

-Yo tengo una buena ración de hongo-belzak, que me cenaré en cuanto llegue al caserío.

-Hombre… digo yo que las cenaremos entre todos…

– …que entre todos las hemos cogido.

-Era un decir…

-¡Ah!

(Esta conversación debe ser ampliada por los actores después que hayan investigado sobre setas venenosas y comestibles)

UNAI.-   Se está haciendo tarde. ¿Nos volvemos a casa?

ANTXON.-   Id vosotros que vivís más lejos y se os puede hacer de noche. Yo aún me quedo un ratito.

AITOR.-   Ya sé… tienes un sitio secreto con más perretxicos y no nos lo quieres decir…

ANTXON.-   ¿Quién sabe…?

  (Mientras hablan los muchachos y entran en el escenario, se han ido retirando las lamias sin ser vistas por ellos. Solamente queda Lamiya, sentada en una roca y con los pies bajo el agua. Mira de soslayo hasta que ve aparecer a Antxon. Cuando él llega, se vuelve de espaldas. Antxon se acerca y la mira. Ella le mira a él durante unos segundos mientras se oye una delicada música.)

LAMIYA.-   ¿Quién eres?

  (Antxon no puede hablar… Le embarga la emoción. Lamiya insiste)

LAMIYA.-   ¿Quién eres?

ANTXON.-   Antxon. Soy Antxon. ¿Y tú?

  (Lamiya se echó a reír y no contestó. Riéndose se zambulló en el agua. Antxon esperó mucho rato, pero Lamiya no volvió a salir del agua.)

ANTXON.-   ¿ Cómo se llamará? ¿Quién será?… Del pueblo, no. Seguro. Conozco a todas las mozas… ¡Huy!… Se me ha hecho de noche y tengo que guardar la vaca…

            (Mutis)

(Mientras Antxon se va, por el lado opuesto van saliendo las demás lamias que hablan con Lamiya)

LAMITA.-   Eres tonta… así no se va a enamorar un aldeano de ti.

LAMIKA.-   «Quién eres»… solo sabías decirle: “¿Quién eres?”

LAMIRA.-   A los hombres hay que darles conversación…

LAMINA.-   …y no quedarse como una pasmada.

LAMIKA.-   Tenías que decirle algo así como: «Me he perdido en el monte y no sé llegar al valle. ¿Me podrías indicar el camino?».

LAMINA.-   E inventarte cualquier historia de humanos… como que eres una huerfanita, o algo parecido.

LAMIYA.-   Tenéis razón… soy una simple. Pero como nunca había estado tan cerca de ningún humano, no me había sentido impresionada por ellos… Me tenéis que aconsejar…

  (Todas las lamias  rodean a Lamiya y salen del escenario dándole consejos)

NARRADOR.-   Pasaron unos días y Antxon no podía dormir. Así que decidió volver al río a ver si estaba allí su amada. Cuando llegó, Lamiya se estaba peinando su hermosa cabellera rubia con un peine de oro. Antxon, se escondió tras un árbol y contempló entusiasmado a la Lamia. Sin querer, tropezó y esta, sin mirarle, le dijo:

LAMIYA.-   Buenos días, Antxon. ¿Por qué te escondes? Te estaba esperando.

ANTXON.-   ¿A mí?

LAMIYA.-   A ti. Sí. Acércate. El otro día no fui muy amable contigo. Por eso me alegro de que hayas venido de nuevo para que podamos ser amigos.

ANTXON.-   Yo también deseaba verte… Me pareciste tan hermosa…

LAMIYA.-   Tú también eres un chico guapo y fornido.

ANTXON.-   Pero soy muy tímido y me da mucho apuro hablar con las mozas.

LAMIYA.-   Yo no soy una moza del pueblo… Yo soy diferente. No me voy a burlar de ti.

ANTXON.-   ¿Seguro que no te burlarás?

LAMIYA.-   Claro que no. Siéntate frente a mí y mírate en mis ojos. Verás como no miento.

  (Música. Se sientan en cuclillas, el uno frente a la otra. Mientras suena la música, Antxon y Lamiya acercan sus manos, siempre mirándose a los ojos y se ponen de pie sin separarse)

NARRADOR.-   Antxon se acercó a la orilla y allí se sentó. Los dos se miraban sin pestañear y ninguno comenzaba a hablar. Finalmente, la joven dijo:

LAMIYA.-   ¿Te casarás conmigo?

ANTXON.-   Sí. Pero, antes, dime tu nombre.

LAMIYA.-   Me llamo Lamiya.

ANTXON.-   ¡Qué nombre tan bonito!

LAMIYA.-   Toma este anillo de oro. No te lo quites nunca. Es la señal de nuestro compromiso.

(Música mientras le coloca el anillo)

ANTXON.-   Agur, Lamiya.

LAMIYA.-   Agur, Antxon.

TELÓN

CUADRO II

NARRADOR.-   La madre de Antxon había hecho venir a las casamenteras del valle con el fin de buscarle una novia buena y honrada con la que este pudiera casarse y ser feliz.

   (La escena se sitúa en la cocina del caserío de Antxon. La madre está hilando mientras el padre trabaja con la navaja un objeto de madera)

AITA.-   Mujer… ¿No te parece que Antxon es aún un poco joven para pensar en casarle?

AMA.-   De joven, nada. ¿O es que ya no te acuerdas de la edad que tenías cuando te casaste tú?

AITA.-   …Es verdad… la misma que él.

AMA.-   Pues eso. Así, cuando se case, yo tendré ayuda a la hora de ordeñar, de amasar y…

AITA.-   …¡y de charlar!

AMA.-   No lo dudes. ¿Tú sabes lo largas que se me hacen las horas aquí sola en el caserío?… Si apenas hablo… ¡Ay… si no fuera por la misa de los domingos…!

   (Llaman a la puerta)

AMA.-   Sal fuera. Que estas son cosa de mujeres. Lárgate, anda.

AITA.-    (Con resignación) Ya me voy…  (Sale)

(Simultáneamente a la salida del PADRE, entra por el lado opuesto las CASAMENTERAS)

CASAMENTERA MADRE.-    (Asomando la cabeza) ¿Podemos?

AMA.-   Entrad, que os estoy esperando. ¿Qué tal el camino?

CASAMENTERA HIJA.-   Mojado. Menudo sirimiri. Estoy empapada.

AMA.-   Quítate el mantón y ponlo a secar aquí, junto al fuego. ¿Traéis buenas noticias?

CASAMENTERA MADRE.-   Buenísimas. Se acaba de morir Don Diego.

AMA.-   ¿Qué Don Diego?

CASAMENTERA HIJA.-   Don Diego López de Haro, Señor de Vizcaya.

AMA.-   ¿Dónde ha muerto?

CASAMENTERA HIJA.-   En Algeciras.

AMA.-   ¿Y eso dónde cae?

CASAMENTERA MADRE.-   Pasando Orduña…

CASAMENTERA HIJA.-   Pero en la otra punta… a la orilla de otro mar, que no es el de Vizcaya.

AMA.-   ¿Y qué se le había perdido tan lejos?

CASAMENTERA MADRE.-   …La guerra…

AMA.-   Como siempre: los hombres todo lo solucionan peleando… Ellos se van a luchar con el pretexto de defender su casa… Pero quienes la defendemos somos las mujeres, que nos quedamos solas, y solas tenemos que criar a los hijos y sostener la hacienda.  (Suspiro)

AMA.-   ¿Y eso que tiene que ver con la novia que le has de buscar a mi Antxon?

CASAMENTERA MADRE.-   Tú déjalo de mi cuenta, que lo tengo todo organizado… Recordarás el apodo del Señor… ¿No?

AMA.-   ¡Claro: Don Diego V, el Intruso!

CASAMENTERA HIJA.-   …Y sabrás por qué le llaman «El Intruso».

AMA.-   Naturalmente: porque la legítima heredera del Señorío es Doña María Díaz de Haro, su sobrina, que es una niña.

CASAMENTERA HIJA.-   Era…era… Que ahora es toda una dama… Y va a jurar los Fueros bajo el Árbol de Gernika… y habrá una gran fiesta… y nos pondremos los trajes de ceremonia… y se juntarán mozos y mozas… y…

CASAMENTERA MADRE.-   …Y, tu Antxon, casi sin darse cuenta, se va a encontrar con esa muchacha tan lozana, tan decente, tan trabajadora… y tan guapa… que yo le he buscado. ¿Ves como lo tengo todo previsto?

AMA.-    (Abrazándola) ¡Estás en todo!… En Gernika será la fiesta de las mujeres… Porque ya era hora de que nos mandase una mujer… Que ya está bien eso de que siempre sean los hombres los que nos hagan las leyes.

CASAMENTERA MADRE.-   ¿Te imaginas?… ¿Te imaginas a una mujer mandando por encima de los hombres y diciendo: «Se ha terminado la guerra»… «la muerte no es rentable»…

AMA.-   Me la imagino… La estoy viendo bajo el Árbol, mirando a los hombres y diciéndoles: «¿Para qué sirven las patrias, si las madres tienen que pagarlas con la sangre de sus hijos?»… ¿Qué os parece?

CASAMENTERA HIJA.-   …y después, más alto todavía… para que la obedezcan: «¡Todo el mundo a trabajar… y a disfrutar… y a ser feliz!»… ¡Qué maravilla!… ¿No?

AMA.-   No sé, no sé… ¿Estás segura de que los hombres le van a dejar a Doña María hacer lo que piense… o le enmendarán la plana?

CASAMENTERA HIJA.-   No te creas… que he oído que es una señora que «no quiere ser mandada».  (Misteriosa)  Me han dicho que sabe leer…

AMA.-   ¡Ené…! No será monja.

CASAMENTERA MADRE.-   …¡Que va!… y hasta creo que sabe escribir.

CASAMENTERA HIJA.-   La abadesa del Monasterio también sabe escribir… y cuando le enseñan un documento, se lo lee entero, para que no la engañen… ¡Eh!

AMA.-   ¿Tú crees que las mujeres normales, vamos, digo yo, las que no somos monjas ni damas… ¿podremos también aprender a leer y escribir?

CASAMENTERA MADRE.-   ¡Faltaría más!… Vamos a ver: ¿te engañan los que te compran la miel, o te equivocas cuando tiene que parir la vaca…?

AMA.-   Por supuesto que no. Y no se me escapa cuando tengo que decirle al aita que hay que retejar, por ejemplo, aunque él se crea que es el que lo ha descubierto… Que esa es otra… que encima de tener nosotras las ideas, tenemos que disimular y hacerles creer a los maridos que son suyas.

CASAMENTERA MADRE.-   ¡Desde luego..! Porque eres mucho más lista que los hombres, aunque ellos no se hayan enterado. ¿Cómo no vamos a poder aprender a leer y escribir, si ellos aprenden?… ¡si les damos sopas con honda!

AMA.-   ¿Sabes?… me da envidia Doña María: no por ser la Señora de Vizcaya, que eso tiene que ser muy complicado, sino por poder mirar a los ojos de los hombres de tú a tú, sabiéndose igual que ellos…

CASAMENTERA MADRE.-   Más que ellos… Que Doña María ha estudiado con muy buenos profesores, y sabe de leyes y todo ¿eh?

AMA.-   ¡Ené!… Claro: una mujer que ha estudiado, tiene que valer más que un hombre ignorante… ¡Qué envidia…!

CASAMENTERA MADRE.-   ¡Pues eso!… ¿No te digo?… Día llegará en que todas las mujeres sepamos de libros como sabemos de la vida. No lo dudes.

ANTXON.-    (Desde fuera) ¡Ama!

AMA.-    (A las casamenteras) Salid por aquí, que no conviene que os vea. Con lo tímido que es, como se entere, no nos va a seguir el juego.  (En alta voz) ¿Qué quieres, hijo?

ANTXON.-    (Entrando, muy entusiasmado) ¡Ama, voy a casarme!

AMA.-   ¡Qué bien! Precisamente, en eso estaba yo pensando. Pero hijo… ¿Con quién?

ANTXON.-   Con una moza que he encontrado en el monte.

AMA.-   ¿Pero, quién es?

ANTXON.-   ¿Qué importa quién sea? Es la más hermosa que he visto en mi vida.

AMA.-   ¿Es del pueblo?

ANTXON.-   No.

AMA.-   ¿De algún caserío cercano?

ANTXON.-   No.

AMA.-   ¿Sabes quiénes son sus padres?

ANTXON.-   No.

AMA.-   Pero hijo… No sabes quién es, ni dónde vive… ¿qué sabes de ella?

ANTXON.-   Sé su nombre.

AMA.-   ¿Cuál es?

ANTXON.-   Lamiya.

AMA.-   ¡Ay, ama!… Si no parece un nombre cristiano.

ANTXON.-   Pero no me dirás que no es bonito.

AMA.-   No me gusta… ¿Y tiene la cara tan rara como el nombre?

ANTXON.-   ¡Es la más preciosa del mundo! Mira que sortija de compromiso me ha regalado.

(Ama mira la sortija y hace comentarios espontáneos)

AMA.-   Las novias no salen como si fueran setas. No viven solas en el monte. Tienen una familia.

ANTXON.-   ¿Qué importa su familia? Ella es la que me interesa… ¡Es tan guapa, ama!

AMA.-   ¡Hijo, hijo…! Pareces embrujado… Si nunca te he visto así…

   (Frases espontáneas)

ANTXON.-    (Saliendo del escenario mientras habla mirando al techo, distraídamente)  ¡Qué divina es…! ¡Lamiya…! ¡Lamiya…! ¿Se lo puedo contar al aita?

AMA.-   Claro que sí, hombre. Sal a buscarle y dile que venga ya.

          (Sale Antxon)

AMA.-   ¡Dios mío, Dios mío!… ¿Qué le pasará a este muchacho…

¡Como si tuviera un maleficio…!

CASAMENTERA MADRE.-    (Entrando)  No te preocupes, mujer… Eso se le pasa en cuanto vaya a la fiesta de Doña María y vea la moza de la que te he hablado.

AMA.-   ¿Tú crees? Me parece que mi hijo está medio loco. No sé lo que le pasa… Nunca le he visto así.

(Mientras hablan salen del escenario por un lado a la vez que entran el aita y Antxon por el otro)

ANTXON.-    (Hablándole al aita) ¡Lamiya!… Se llama Lamiya… No te puedes imaginar qué pelo tiene… y qué manos… y que voz… ¿No es un sueño para un pobre aldeano como yo?

AITA.-   ¿Qué me estás contando?, hijo.

AMA.-    (Entrando)  Pues eso: ¿Ya te lo ha dicho? Que tiene una novia guapísima, que ha encontrado en el bosque y que quiere casarse con ella.

AITA.-   No me lo puedo creer. Si no se atreve a mirar a las mozas… Será una broma.

AMA.-   Nada de broma. Lleva en el dedo un anillo de compromiso que le ha dado esa novia.

ANTXON.-    (Enseñándole el anillo)  ¡Mira, mira!

AITA.-   Ya veo. Ya… Tendremos que ir a hablar con sus padres.

ANTXON.-   Creo que no tiene padres.

AITA.-   …¿Y dices… que la has encontrado en el monte…?… ¿Cómo tiene los pies?

ANTXON.-   No sé. No se los he visto.

AMA.-   …¿Y el pelo?

ANTXON.-   Largo hasta la cintura y rubio como el sol.

AITA y AMA.-    (Asustados)  ¡Una Lamia!

ANTXON.-   ¿Una Lamia?… Imposible: parece muy normal.

AITA.-  Las Lamias se parecen en todo a las mujeres. Pero son seres de agua que tienen pies de pato.

AMA.-   ¿Tiene tu novia pies de pato?

ANTXON.-   Ya te he dicho que no me he fijado.

AMA.-   Pues es en lo primero que tienes que fijarte.

(Entran los amigos  de Antxon que estuvieron con él en la recogida de setas)

AMIGO.-   Antxon, ¿ya te has enterado? Tenemos que ir hasta Gernika, porque se prepara una fiesta estupenda, el día de la jura de Doña María.

-Habrá de todo: arrastre de troncos, levantamiento de piedra…

-Baile.

-Mercado…

-Partidos de pelota…

(Aquí los actores harán una lista de deportes autóctonos vascos así como de otras actividades lúdicas)

ANTXON.-   No sé si voy a ir.

AMIGO.-   ¿Que no vas a ir?

– ¡Vendremos a buscarte!

AMA.-   Anda, salid un rato y llevadle a dar una vuelta a ver si se distrae, Vete con la cuadrilla, hijo.

ANTXON y AMIGOS.-   Agur

AMA y AITA.-   Agur.

(Ama  y aita ven marchar a los muchachos y se quedan muy tristes)

AMA y AITA.-   ¿Que vamos a hacer ahora?… ¡Una novia Lamia!

TELÓN

CUADRO III

paño dorado

NARRADOR.-   Llegaron las fiestas. Todo Vizcaya se reunió en Gernika durante varios días.

-Doña María Díaz de Haro, tras jurar los Fueros de Vizcaya, recibió el homenaje de las Juntas Generales, que dirigiría durante cincuenta y tres años.

-Las vizcaínas estaban felices porque, al fin, eran gobernados por una mujer.

-Se organizó un gran mercado y acudieron mercaderes de los más remotos confines del mundo.

-Se pudieron comprar lienzos de Holanda, sedas de la China y joyas de Venecia.

-Hombres y mujeres, llegados de todos los rincones del Señorío, disfrutaban ataviados con sus mejores galas.

-Todos bailaban felices al son del txistu y la trikitrixa.

                       (Salen bailando un baile sencillo, de cadeneta, por ejemplo, y se integran con el público, dándoles vivas a DOÑA MARÍA. Tras la exhibición, y al pararse la música, cada uno se queda en su sitio, mientras continúa el NARRADOR)

NARRADOR.-   Todos los vizcaínos no habían acudido a la fiesta.

-Nuestro enamorado Antxon, en vez de ir hacia Gernika, se había escapado al monte, para espiar a Lamiya y mirarle los pies.

-Fue tanto su dolor al ver los pies de pato de su enamorada, cuando los metía en el arroyo, que el alma se le rompió de pena.

-Llegó al caserío y se tendió en la cama rendido de tristeza.

-Así le encontraron sus padres y sus amigos, cuando volvían felices de la fiesta.

-Hallaron a Antxon agarrando con las dos manos su sortija de compromiso.

-No respondió a las preguntas de sus padres y de sus amigos.

-¡¡¡Había muerto de amor!!!

                       (El texto primero del NARRADOR, cuando se refiere al descubrimiento de la condición de Lamia, puede ser simultaneado por una representación de sombras en la que se subraye la forma de pies de pato)

                       (Al abrirse, de nuevo, el telón nos volvemos a encontrar con el interior del caserío. Allí, de la forma más teatral que encontremos aparecerá el cadáver del protagonista. Van entrando progresivamente todas las personas que vienen de la romería y se situarán al fondo para dejar el centro de la escena más despejada)

                       (Estas expresiones deben ser acompañadas con otras espontáneas)

AITA y AMA.-   Hijo, ¿dónde has estado, que no te hemos visto en la fiesta?

-¿Cómo te has quedado en casa?   (Acercándose)

-¿Qué te pasa?

-¡Está muerto!

AMA.-    (Gritando) Venid. ¡Venid todos! ¡Nuestro hijo se ha muerto!

                       (Van entrando TODOS los actores que hacen comentarios oportunos)

AMA.-   ¿Qué tiene en las manos, que agarra con tanta fuerza?

  (Intentan quitárselo sin conseguirlo)

AITA.-   Creo que es el anillo que le dio la novia Lamia.

TODOS.-   ¡…La novia Lamia…!

AMA.-   Antxon se había enamorado de una Lamia del río y esta le había regalado un anillo de compromiso.

ANCIANO.-   Pues si la Lamia le había regalado un anillo es que ella también se había enamorado de él.

(Suena una música muy dulce mientras los actores simulan llorar)

                       (LAMIYA entra en escena, moviéndose al compás de la música, y portando un hermoso paño de encaje dorado con el que cubre el cuerpo de Antxon. Todo el mundo pone cara de sorpresa. LAMIYA da tres vueltas alrededor de Antxon y, en la tercera, le quita el manto de oro. Antxon, se incorpora y se frota los ojos como si despertara de un profundo sueño)

ANTXON.-   ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?

LAMIYA.-   ¿Por qué no me dijiste que habías descubierto mi condición de Lamia?

ANTXON.-   Porque tus pies de pato significan que nuestro amor es imposible: las Lamias sois mágicas y, por ello, inmortales.

LAMIYA.-   Tú ya has superado la muerte. Si realmente me amas, como dices, sube al bosque conmigo, a vivir la inmortalidad.

(Antxon mira al aita y al ama sin saber qué decisión tomar)

ANTXON.-   ¿Qué hago?, ama.

AMA.-   Vete con ella, hijo. Ya no nos perteneces.

AITA.-   Nosotros subiremos al monte todas las tardes y sentiremos tu presencia entre las ramas de los árboles y el murmullo del arroyo.

LAMIYA.-   Aunque pasen cientos de años, Antxon y yo continuaremos paseando nuestro amor por los húmedos bosques de Vizcaya…

ANTXON.-   …y si alguna vez los caminantes encontráis a un joven peinando a una doncella sus rubios cabellos largos con un peine de oro, no nos molestéis…

LAMIYA.-   …ni pretendáis hablarnos… porque vuestra voz no podrá llegar a nuestros oídos inmortales.

FIN

FIN DE FIESTA

(Nota: las palabras escritas en euskera aparecen en negrita)