Edición Lucía

año 2015

VISITA FURTIVA

Parece mentira que, en cuatro años, Duendilandia hubiera podido cambiar tanto.

Todo era producto de la “Revolución de las Duendesas”.

Ahora ya no había rincón ni trabajo vedado a las chicas ni a los chicos: lo mismo te podías encontrar a una duendesita preciosa colocando los rayos de luna del Lunipuerto, que a un duende venerable, tendiendo la colada en el colgador que todas las casas tenían en la parte trasera.

Eso era imposible antes de la Revolución.

Ya sabemos el lema de las duendesas revolucionarias:

Mismos derechos

mismos deberes

misma magia

Como era temporada alta, y don Cuadrilátero no tenía suficientes empleados para atender todas las demandas de viajes a la Tierra, le proporcionó a Dundy un trabajo por horas en el Lunipuerto.

Hay que tener en cuenta que, como las duendesas ya podían viajar al exterior, el negocio de los rayos de Luna se había incrementado muchísimo.

Tanto es así que los rayos JC, que son los mejores, estaban tan solicitados que había que pedirlos por adelantado.

Se pusieron en servicio los rayos DUX, exclusivamente para duendes y duendesas exquisitos y de mucha categoría.

En los rayos DUX no podía viajar cualquiera.

Como Dundy era la hija del jefe del Lunipuerto- todo hay que decirlo- había conseguido un horario a primera hora, lo que le permitía darse un paseo por la Tierra todas las noches, cuando acababa el servicio.

Así que seguía visitando a sus amigas Alba y Lucía.

Pero había surgido un problema.

Resulta que el día de la primera Comunión de Alba, cuando todos los niños del restaurante se quedaron reducidos al tamaño de los duendes y subieron en globos a Duendilandia, Fok, el hermano de Dundy, se quedó enamorado de ella.

-Ese es un amor imposible, le decía Dundy.

-¡La quiero!, contestaba Fok.

-¿Pero no te das cuenta de que un duende y una humana son incompatibles?

– ¡La quiero! Y no puedo vivir sin verla.

Aquella noche Fok estaba decidido a bajar junto a su hermana para ver a Alba.

Pero Dundy, que no estaba por la labor. Sabía que esta visita le podría acarrear serios problemas a su hermano si se enteraran sus padres, y procuró no decirles nada.

Como sabía que Lucía dormía en casa de la abuela Domi, se fue hasta Txurdínaga a hacer la reunión.

Fok bajaba, en secreto, detrás de ella en el rayo LS-132, a pesar de ser tan incómodo.

Dundy viajaba en un JC, como es de suponer.

Atravesó el cristal de la ventana mágicamente y se encontró a Lucía leyendo un libro.

¡Qué abrazo se dieron!

– ¿Cómo sabías que estaba aquí?

– Me lo ha comunicado Alba por el blablaeco.

– ¿Y por qué no te has quedado con ella?

– Porque tú también eres amiga mía… y además…

– Además, ¿qué?

– Pues que me viene siguiendo el pelma de mi hermano Fok, que está empeñado en ver a Alba para que se enamore de él.

– Ni que lo sueñe. Alba es muy normal y no se va a enamorar de un duende chiquitín y de 124 años, con los chicos tan guapos que hay por aquí.

– Eso le digo yo. Pero no me hace caso. Tendríamos que hacer algo.

– Ya lo pensaremos. Ya sabes que yo escribo cuentos y puedo pensar en cosas mágicas.

– Creo que tú y yo, Lucía, podemos hacer un buen equipo.

– ¿Y dónde has dejado a Fok?

– Es verdad: ¿qué habrá sido de él?

Y Dundy salió a la calle atravesando el cristal de la ventana.

En el magnolio del jardín estaba Fok hecho un ovillo en el rayo LS-132 con el que había bajado. El
FOK Y FLOR* SJ-132 es un rayo espinoso y no había manera de desprenderse de él.

No se podía desatar.

– ¿A dónde me has traído?, le dijo muy enfadado.

– Yo no te he traído a ninguna parte: tú me has seguido como un ladrón, sin decirme que venías…¡ pero te había visto!

– Claro. Esto no es Etxebarri. Alba no está aquí.

– ¡Yo quiero verla!

– Pues hoy va a ser que no. Lo mejor que puedes hacer es agarrarte otra vez a ese rayo tiñoso que has cogido a escondidas y largarte a casa de inmediato, no sea que se lo chive a mamá.

– ¡No te atreverás!

– Depende de cómo te portes.

Y como Fok sabía cómo las gastaba su hermana, se ató, sin rechistar el rayo LS-132, que pincha bastante, y se subió a Duendilandia llorando lágrimas de amor.

Con las lágrimas en los ojos, realizó una magia duendil mientras ascendía .

Dundy se volvió a charlar otro rato con Lucía.

SUNTY

Libres ya del pelma de Fok, se pusieron a charlas las dos amigas.

Entonces, Lucía tuvo una idea maravillosa, como casi todas las suyas.

– ¿Has estado en casa de la abuedrina Petra-Jesús?

– No. Dijo Dundy.

– Y ¿por qué no me llevas? Vive aquí mismo.

-Ya sabes que no tengo demasiada capacidad mágica. Que todavía estoy en etapa de pruebas.

– ¿No dices que este curso era muy difícil y habías aprobado todo?

– Todo.

-Pues no creo que te cueste nada, pero nada, llevarme a ver a Sunty, que es mi gato favorito?

– ¿Un gato terrestre?

– Sí. Un gato que tiene la abuedrina en su sofá y dice que debe estar dormido cien años porque le han hecho un encantamiento. Me ha dicho Petra-Jesús que, cuando se despierte es para mí.

– Alba asegura que Sunty es un peluche, dijo Lucía con tristeza. Peluche o no, mí me encanta. ¿Quieres llevarme?

– No hace falta, dijo Dundy. Ya lo tengo visionado y lo puedo acercar hasta aquí en un triple pestañeo.

Y dicho y hecho: en un plis plas apareció Sunty en el piso de la casa 29. Aparecía dormido, como siempre.

– ¡Ah! No. Dijo Dundy. ¡No es un peluche!

Y se puso a observarlo con mucho interés.

Primero le tocó las yemas de los dedos, que los gatos tienen tan desarrolladas para esconder las uñas; luego le abrió la boca y le contó los dientes; y, por último, se subió sobre Sunty, que era muchísimo más grande que ella, y le pasó sus deditos, todos iguales, por el extremo de las orejas.

Entonces, Lucía se dio cuenta de que tenía las orejas puntiagudas como corresponde a los duendes.

– ¿Cómo es que lo tiene la abuedrina en su casa? Preguntó. No se trata de un gato terrestre. Es un duenditigre, una especie en extinción de Duendilandia. ¿No ves el tamaño? Así son los tigres en mi mundo.

– Pues Petra-Jesús nos contó que le arañó a una bruja y le convirtió en esa cosa medio peluche durante cien años.

– Es solo verdad a medias, añadió Dundy. Posiblemente, por algún motivo que yo ignoro, alguien lo expulsó a la Tierra. Y como aquí, si le da la luz solar, se queda adormecido y blandengue, por eso tiene esta forma.

-¿Entonces no es un gato normal?-

– Piensa que los tamaños de los seres vivos son muy diferentes en los dos planetas. Posiblemente, si se le levantara a Sunty el maleficio y pudiera hacer vida normal durante el día, sería un gato como los de aquí.

-¿Y también tiene poderes como los duendes y las duendesas?

– No. Los animales no tienen capacidad mágica. Solo se dejan llevar por sus instintos… Y… ¿sabes qué?

-¿Qué?

– Que atacan a los duendes y las duendesas porque les gusta comérselos.

– ¡Qué horror!

– Por eso está en extinción. Porque mucha gente los mata pensando que son un peligro para la vida.

-¡Y lo son!

– Sí y no , dijo Dundy. Los duenditigres forman parte de la escala ecológica de la vida y, aunque nos ataquen a nosotros, también se deshacen de muchos animales dañinos. A la larga, son beneficiosos para la Naturaleza.

-¿Y tú le puedes levantar el encantamiento?

– Sí que podría porque los maleficios de las brujas terrestres están muy por debajo de los nuestros y los podemos deshacer sin problemas. Pero no me atrevo. Creo que debo consultarlo con mamá.

Entonces, en otro plisplás, colocó a Sunty en el sofá de la abuedrina, y siguieron charlando otro ratito.

SUNTY ÓVALO

PROBLEMAS

La “Revolución de las Duendesas” había puesto el país patas arriba.

Por todas partes aparecían carteles y pintadas con las tres consignas :

Mismos derechos

Mismos deberes

Misma magia

Y, como era lugar prodigioso, las consignas eran de colores, en 3D, y se iban y venían continuamente para que los duendes no las olvidaran.

Hasta que aceptaron.

Al principio, a los duendes les pareció razonable que sus duendesas participaran de los mismos derechos y la misma magia.

Pero ¿Y los mismos deberes?

¡Ah!

Cuando las chicas comenzaron a faltar de casa por las noches y cumplir su jornada laboral en Duendilandia, ellos descubrieron que eran unos ignorantes:

Nadie les había dicho cómo se cocinaban los alimentos

…y tuvieron que aprender a guisar.

Ni cómo distinguir si un bebé tiene fiebre

… y se fijaron más en sus propios hijos.

Ni que para tener comida en el frigorífico, antes había que pasar por la tienda o la huerta

… y se ejercitaron en hacer la compra.

Ni que había que cambiar las sábanas de la cama

Ni que, cuando la abuela está viejecita, había que acompañarla y darle conversación.

Ni.

Ni.

Se crearon cursos intensivos de “Duendes expertos en gestiones cotidianas”, el GC, que es un título muy rimbombante y equivalían a los cursos de “Duendesas tituladas”, pero al revés.

No todos aprobaban a la primera, porque las profesoras les exigían un trimestre de prácticas muy controladas.

Si no obtenían el título, se les quitaban puntos para bajar a la Tierra a hacer de las suyas.

Uno de los alumnos que menos interés ponía en conseguir el DGC era Fok.

Su padre, don Cuadrilátero, siendo mucho mayor y con un puesto respetable en la sociedad duendil, lo obtuvo con sobresaliente. Era muy observador y siempre se fijaba en las tareas que hacía doña Borlita, así que aprendió enseguida.

Doña Borlita presumía, muy orgullosa, de su esposo, que estaba por la igualdad de género.

También el Gran Duende Emérito era partidario de repartir los derechos y los deberes entre todos.

De esa manera la vida de Duendilandia sería mucho más agradable.

Porque la magia, dentro de Duendilandia estaba muy controlada y no se podía utilizar en los deberes cotidianos. Solamente en las grandes ocasiones.

Cuando volvió Dundy a casa se asomó a la habitación de su hermano y parecía que estaba dormido.

Mamá le preguntó:

– ¿Qué tal en Bilbao?-

-Muy bien. Hoy he estado con Lucía; no he visto a Alba.

-No sé por qué se me antoja- dijo doña Borlita- que tú estás haciendo mejores migas con Lucía que con Alba.

– No es eso, mami. Yo adoro a Alba. Es mi amiga del alma. Pero como en la Tierra se crece a otra velocidad que en Duendilandia, ahora resulta que, Lucía y yo tenemos muchas más cosas en común.

– El que está pirrado por Alba es Fok, dijo la mamá.

– ¿Te has dado cuenta?

– A las madres no se nos escapa una. ¿Sabes que tiene una magifoto en 3D en su cuarto, que se enciende en cuanto cierra la puerta?

– ¿Y cómo es?

– Pues se le aparece Alba flotando en el espacio como si fuera un espíritu.

– ¿Y eso no está prohibido? Yo creía que las magias solo las podíamos hacer en las grandes ceremonias y en los viajes.

– Ya. Pero como el asunto está a medias entre la Tierra y el Cielo, yo me he hecho la tonta y ni se lo he comentado a papá.

– Pues que no se entere. Ya le preguntaré yo a Alba si se siente atraída por mi hermano.

– Será a la semana que viene, dijo la madre, muy seria. En el próximo viaje me toca salir a mí con mis amigas doña Flauta y doña Brisa.

– ¡Ah! dijo Dundy un poco contrariada.

Se dieron un beso muy cariñoso y se fueron a la cama. que ya era de día.

Nada más acostarse, se acordó Dundy del asunto de Sunty y llamó a la mamá.

-Mami: ¿estás ya acostada?

– Todavía no. ¿Qué te pasa? ¿Estás mal?

– No es eso. Es que en Bilbao creo que tienen aquel duenditigre que desapareció hace unos años y nunca se encontró su esqueleto.

– ¿Cómo lo sabes?

– Lo he visto. Lo tiene la abuedrina de mis amigas en su salón convertido en un peluche y no da señales de vida, ni siquiera por la noche, como debiera ser.

– Es imposible: todos los habitantes de Duendilandia, cobran vida en cuanto desaparece la luz solar.

– Pues el duenditigre, no. Dicen que una bruja terrestre le ha hecho un maleficio porque la arañó, y le ha condenado cien años a estar sin conocimiento. ¿Nosotras podemos deshacer los encantamientos de las brujas terrestres?

-En eso andamos. No te creas que es fácil. Cada ser mágico tiene su territorio donde es invencible. Lo que tenemos que hacer es traernos al duenditigre para Duendilandia, en cuanto podamos.

– Habrá que pedirle permiso a la abuedrina Petra-Jesús.

– Pues, se lo pedimos. No creo que sea problema.

– Pero Lucía dice que cuando vuelva a la vida es para ella. porque se piensan que es un gato terrestre.

– Eso ya lo solucionaremos, dijo la mamá. Le dio un cariñoso beso a la hija, y se volvió a la cama.


 AMIGAS giroMÍO

 

 

 

LA ROSA MULTICOLOR                    

A la mañana siguiente, día de clase, cuando Alba se levantó, se encontró sobre su cama una rosa de muchos colores. Ella no había visto jamás una rosa semejante. La verdad es que, tampoco se había fijado demasiado en las rosas: le parecían bonitas, pero no más que las dalias o las azaleas, por ejemplo.

Pero… aquella rosa multicolor… tenía los pétalos policromados… y ¡olía a color azul!

Alba se quedó perpleja porque nunca se le había ocurrido pensar que las flores tuvieran tantos colores ni que éstos olieran: hasta entonces, los colores se veían y los aromas se olían…

Pero aquella rosa multicolor… olía a color azul… porque tenía el tallo y el cáliz también de color azul.rosas DUNDY

Nada de verde, como estaba acostumbrada a ver.

-¡Será de plástico!, pensó. De una tienda de todoacién. ¡Bah!

Y la tiró, enfadada, porque andaba con prisa.

Y se pasó el día en el colegio, sin volver a acordarse de ello.

Mientras tanto, en Duendilandia, Fok deseaba que se hiciera de noche para bajar a la tierra y comprobar con sus propios ojos el efecto que le habría producido la rosa-multicolor-que-olía-a-color-azul a su amada Alba.

Se había portado muy bien durante toda la noche, yendo a clase de DGC y haciendo los deberes perfectamente.

Aquella vez le había tocado cuidar el coro de grillos cantores, que se estaban entrenando para el concierto del próximo cufu.

El CUFU, en Duendilandia, es el día de fiesta semanal.

Como las noches de Duendilandia duran dieciocho horas, hay tiempo para trabajar y hacer las excursiones terrestres. Los amaneceres y los atardeceres son muy rápidos: por eso hay que estar bajo cubierto cuando es de día y aprovechar para dormir.

Si un duende o una duendesa son sorprendidos, de repente, por un poderoso rayo de sol, quedan desintegrados, de inmediato.

Dicen los libros que la mayoría de los duendes insensatos mueren de insolación.

Aquella noche, Fok había tenido la precaución de rogarle a papá que le reservara un JC, por lo que el viaje fue feliz y sin contratiempos.

Don Cuadrilátero, que tenía confianza en su hijo, no tuvo ningún inconveniente en dejarle viajar solo.

Recordaba su juventud, cuando se acercaba a la Tierra y hacía sonar, por ejemplo, todos los cencerros de las ovejas de un rebaño, para hacer que una y otra vez se levantara el pastor, asustado.

O, aquella ocasión cuando convirtió en queso todas las cajas de leche del supermercado y menudo lío se armó con las reclamaciones…

O cuando cambió las litronas de un botellón…… por ratoncitos blancos…

¡Ah!, la juventud… pensaba con añoranza… ¡Cuántas tonterías se hacen en la juventud!

Porque los duendes que hacen estas fechorías incómodas y desagradables, casi siempre son los jovenzuelos, que les encanta incordiar.

Cuando van creciendo, como a los 300 años o así, ya hacen magias para ayudar a los humanos.

Pues, Fok llegó sigiloso a la casa de nuestras amigas Alba y Lucía, pensando que su rosa–multicolor-maravillosa-que-olía-a-color-azul estaría en un jarroncito, conservándose en agua.

Las niñas cenaban cuando Fok entró a través de los cristales y vio con horror cóm su flor estaba en la papelera.

-¡No me quiere!, pensó.

-¿O es que no sabe que es un regalo mío?

Y, entonces, en un triple pestañeo, toda la habitación se llenó de rosas mágicas: había rosas en la cama, en las sillas, la mesa de trabajo… hasta en los cajones del armario.

Tantas flores había en la habitación que mamá Olga dijo, en la cocina:

-¿No oléis a color azul?

-¡Qué cosas tienes!, comentó papá Víctor. El color azul no huele.

– ¡Este sí!

Y salieron los cuatro a recorrer la casa para averiguar de dónde procedía aquel aroma.

Hasta que llegaron a la habitación.

Toda la familia se quedó boquiabierta al contemplar la habitación llena a rebosar de miles de rosas que olían a color azul.

– ¡Ah!

-¿Qué está pasando?

-¿No será que se ha multiplicado aquella rosa del todoacién que tiré esta mañana en la papelera?, dijo Alba, pensativa.

– ¿Por qué dices que es de todoacién, le dijo Lucía bajito. Te la ha regalado Fok, el duende.

– ¿Ha estado Fok aquí?

– Sí. Calla, que nos está mirando mamá: vino anoche con Dundy solo para verte. ¡Está enamorado de ti!

Mamá Olga se acercó a sus hijas y les dijo que aquello no tenía sentido y había que recoger todas aquellas rosas rizadas que olían a color azul.

Alba y Lucía, muy obedientes, las recogieron y las colocaron en un paragüero que había en la entrada de la casa. Quedaron muy bonitas y toda la casa olía a color azul, que es un olor mágico.

BAILANDO CON LA MAGIFOTO EN 3D

Mientras tanto, el pobre enamorado andaba todo el tiempo con los ojos en blanco, tropezando por las esquinas y pensando si habría alguna magia duendil que pudiera solucionar el problema.

Decidió meterse en su cuarto y activar la magifoto de Alba en 3D, que se puso a flotar por el espacio de la habitación y bailaba con rosas azules.

Él también quiso bailar con Alba aunque solo fuera en un sueño.

Tan enamorado estaba, que no se dio cuenta de los terribles problemas que estaban ocurriendo en su mundo duendil.

De repente, desaparecieron las flores y la magifoto en 3D.

Se llenó todo con una serpentina de campanillas de cristal y comenzó a sonar el eslogan de las chicas:

-¡Qué pesadas! No hacen más que repetir sus consignas para que nadie las olvide.

Ya estaba hartándose de los derechos de las duendesas.

Sobre todo porque su hermana Dundy, más pequeña que él, ya tenía un grado en magias muy superior al suyo.

– Es que se esfuerza más que yo, pensó para sus adentros.

Y lo comprendió.

Las duendesas, como su madre doña Borlita, copaban los mejores puestos de trabajo en las grandes empresas como la dirección del “Parque de Atracciones del Lago Sagrado” o la estación espacial del Lunipuerto.

Don Cuadrilátero comenzó a tener mas duendesas que duendes en la plantilla del Lunipuerto y llegó a temer por su mismo puesto de trabajo.

¿Qué sería de él y de todos los duendes jefes cuándo las chicas fueran mayoría en los trabajos importantes?

Acudió al Gran Duende Emérito y le expuso sus quejas:

-Gran Duende: yo estoy muy satisfecho de que nuestras duendesas tengan los mismos derechos, los mismos deberes y la misma magia que nosotros.

-Muy bien, le contestó el Gran Duende Emérito, ¿Cumplen todos los requisitos?

-No solamente los cumplen, mi Emérito, sino que lo hacen mucho mejor que nosotros.

GRAN DUENDE MÍO

-¿Doña Borlita también?

-No solo mi esposa, doña Borlita, sino mi pequeña Dundy es ya una experta consumada en sus exploraciones terrestres.

-¿Y Fok?-

-Fok está en la edad del pavo, excelencia. Tiene 124 años… y creo que está enamorado. Por eso se trafulca en todo lo que hace.

-Eso se cura con la edad. Pero que no se descuide en el cursillo de “Gestiones Cotidianas”, porque ya lo ha repetido dos veces y va a tener que quedarse mucho tiempo sin bajar a Tierra.

– Se lo diré.

– Pero ¿Qué problema te trae por aquí?

– Pues, verá, mi Gran Duende… Es que estoy pensando que… de seguir así…

-De seguir, ¿cómo?

-De seguir dándole a las duendesas los trabajos que sean capaces de realizar… Porque …como saben hacer de todo…

-¿Qué?. Dijo El Gran Dende Emérito muy serio.

– Pues que, los duendes varones, nos vamos a quedar sin trabajo en Duendilandia y nos vamos a tener que conformar con la chapuza de fastidiar a los humanos.

-Sí que es un problema peliagudo, sí, dijo el Gran Duende Emérito, mientras se acariciaba la blanca barba. Habrá que hacer un referéndum.

… Y convocó a todos los duendes mayores de 200 años.

VIAJE A LONDRES

Como Fok solamente tenía 124 años no estaba autorizado para acudir a las reuniones de adultos.

Le pidió, por favor, a su hermana , que le dejara bajar con ella a la Tierra aquella noche aprovechando que, con la reunión no se ocupaban los rayos DUX y en uno de ellos podían bajar tranquilamente, y sin peligro un duende y una duendesa.

De hecho, cuando sus padres hacían un viaje de recreo juntos, tenían a su disposición un DUX especial, que para eso, don Cuadrilátero era jefe.

– No puedo aguantar tantos días sin ver a mi Alba, le dijo Fok.

– Pero esta vez no están en Bilbao. Toda la familia se va a Londres a pasar las vacaciones.

– Pues nos vamos, a Londres, oye. Y le dio órdenes en inglés de Inglaterra a la azafata lunar para que mirara a ver si quedaba algún rayo que llegara allí. A él le gustaba más hablar en inglés americano; pero no era el caso.

Dumny y Fok DUX

– El Reino Unido lo trabajamos poco. Ya sabéis. Como ellos tienen un fantasma en cada castillo, no nos dan demasiadas oportunidades. Prefieren las fantasmadas de los nativos.

– Que no son más que sustos infantiles, añadió Dundy. De verdadera magia, no tienen ni idea.

– Eso. Dijo la azafata.

Y se largaron hasta Londres a buscar a la familia Agüero Carriedo.

Los Agüero Carriedo habían encontrado un hotelito muy mono en el centro de la Ciudad, cerca de la plaza de Trafalgar- y querían disfrutar a tope de la ciudad.

No les fue difícil encontrarse porque Dundy, Alba y Lucía habían estado utilizando el blablaeco durante todo el viaje, que fue en un vuelo nocturno.

Dundy y Fok les estaban esperando en el hotel, que como ellos son mágicos, lo habían localizado en un triple pestañeo sin importancia.

Al llegar a la habitación, cuando se encontraron todos los amigos, Dundy y Fok les pidieron a las niñas que les llevaran con ellas durante la noche. Así que Lucía se metió a Dundy en su mochila y Alba no tuvo más remedio que hacer lo mismo con Fok, aunque le fastidiara bastante.

Ahora vamos a cenar a una pizzería que hay a la vuelta, dijo papá. Y salieron.

Durante la cena, Fok se asomó por la cremallera de la mochila y le preguntó a Alba:

– ¿Te gustaron mis flores mágicas?

-¿Pero fuiste tú?… Si ya me lo tenía que haber imaginado… Fue una pasada, oye.

-Me preció un regalo bonito… Yo sé que en la Tierra enamorados regalan flores a su amada.

-¿Y los qué regalan en Duendilandia?

– Un rayo de Luna con una estrella de oro en el extremo, dijo Fok. Pero no me atreví a llevarte eso a ti, que eres humana.

-Lo que pasa es que yo no soy tu enamorada.

-¿Por qué?

-¿Es que no te das cuenta?… ¿Adónde voy yo con un novio que tiene el tamaño de un móvil?

– Si vinieras a vivir a Duendilandia tendrías mi tamaño.

– ¡Ya! Con lo contenta que estoy de ser alta como mi madre y mis tías. Ni lo sueñes.

– ¿No piensas quererme nunca?

-¡Nunca!

Fok se metió en la mochila y cerró la cremallera por dentro. Estaba enfurruñado.

Mientras tanto, Dundy había salido a explorar el terreno y le pareció que Londres podría ser un sitio muy divertido para pasarlo con sus amigas. Pero no podía quedarse sin permiso.

– Será mejor que lo consulte con mamá, pensó. Y me dé unos días de permiso, que tengo muchos puntos acumulados.

Fok, mientras tanto, pensó algo terrible.

Algo que ningún duende de su familia había hecho jamás.

Algo por lo que podría ir a la cárcel.

¡Decidió raptar a Alba y llevarla a Duendilandia para convertirla en duendesa!

Como las niñas estaban un poco cansadas del viaje, los hermanos duendes decidieron darse una vuelta solos por Londres.

Cuando se acercaron a la London Eyer, que es una noria gigantesca desde la que se divisa toda la ciudad, Fok, en un ataque de rabia, puso el motor a toda velocidad causando el pánico entre los viajeros.

¡Ésa era su venganza!

En cuanto Dundy se dio cuenta de la barbaridad que había hecho su hermano, le pidió que la parara y juntos pestañearon seis veces seguidas hasta conseguirlo.

– ¡Eres un bruto, Fok! No te vuelvo a traer conmigo. ¡Eso no se hace! ¿Qué culpa tiene la gente de que estés enfadado?

Y Fok se dio cuenta de la estupidez que había cometido.

-Prométeme que no se lo dirás a mamá, le pidió a su hermana.

– Ya veremos, le dijo Dundy.

Y se fueron corriendo a subirse en el DUX que les estaba esperando junto al Hyde Park.

No fuera a amanecer y la fastidiaran.

Al día siguiente todos los periódicos del mundo comentaron que un accidente imprevisto había causado aquel trastorno. Se cerró la noria durante seis meses hasta comprobar qué es lo que pudo haber ocurrido, ya que el sistema de seguridad no manifestaba ninguna anormalidad.

Como si hubiera sido cosa de fantasmas.

LONDRES

Ya sabemos que los ingleses le tiene más afición a los fantasmas que a los duendes.

HOGWARTS  

Dundy no es una chivata, así que no le contó a doña Borlita la faena que les hizo su hermano a los londinenses acelerando la London Eyer.

Solamente le preguntó si podría irse con sus amigas unos días ya que ella nunca había estado en Londres.

– ¿Y qué vas a hacer de día?, le preguntó la madre. Ya sabes que con la luz del sol perdemos muchas energías y hasta nos podemos morir.

– No te preocupes: Lucía me ha prometido meterme en su mochila y como tiene un agujerito, puedo verlo todo desde allí hasta que oscurezca.

– Lo comentaré con tu padre.

– Bueno.

Dundy sabía que era el ojito derecho de don Cuadrilátero y no se lo iba a negar, precisamente en esta temporada en que se estaba portando tan bien y había sacado tan buenas notas en la asignatura de Magias Duendiles.

A la noche siguiente, bajó con todos los permisos en regla, en un JC normal y llegó hasta la habitación del hotel donde las hermanas Alba y Lucía dormían, rendidas de tanta excursión.

Dundi les cantó un cántico mágico, aprendido en el último curso, que permite hablar con los humanos sin que ellos se despierten, por lo que siguen descansando.

Se llama cantidur. Y era la primera vez que tenía ocasión de ponerlo en práctica.

Así que se enteró de que sus amigas habían pasado el día recorriendo la ciudad en un autobús turístico y había visto todos los edificio famosos como El parlamento, el Big Beng, La torre de Londres, la abadía de Westminster, etc.

– ¿Y mañana qué vais a hacer?

– Creo que vamos a ver “Harry Potter Estudios”. Ya sabes que nosotros somos fans de Harry Potter.

– Pero los estudios son de mentirijillas. Allí hicieron la película… si queréis, yo os puedo llevar al auténtico Hogwarts.

-¿De verdad?

– Naturalmente. ¿Para qué si no os iba a servir tener una amiga duendesa?

-Cuando lleguéis a la estación yo os haré atravesar la pared y llegar al andén 9 y ¾ y tomar el tren del colegio de magos.

– ¿Pero eso es posible?¿Y qué vamos a hacer con papá y mamá?

– ¡Huy! Con eso no había contado. ¿Qué os parece si hacemos el viaje ahora que es de noche y yo estoy completamente operativa?

Alba y Lucía dieron un salto, emocionadas y se vistieron sin hacer ruido.

Hay que tener en cuenta que estaban bajo los efectos del cantidur y todo lo que les estaba ocurriendo era como si lo soñaran.

Como si fueran sonámbulas, vamos.

Dundy las hizo invisibles para que en recepción no se dieran cuenta de que salían y llegaron en un periquete a la estación King’s Cross.

No había nadie.

Igual que Harry Potter, atravesaron la pared que les llevaba al andén 9¾, justamente cuando hacía su entrada el tren de medianoche. Salieron muchísimos magos que iban de compras a la calle Diagon.

Ellas dos montaron agarraditas a Dundy, que les daba muchísima seguridad y, casi sin darse cuenta, una lechuza les avisó de que ya estaban en Hogwarts.

Para que el recorrido fuera más rápido, Dundy les proporcionó unas escobas voladoras. Ella se sentó con Alba, que seguía siendo su amiga del alma.

Naturalmente todo Hogwarts dormía. Que los magos también duermen.

Así que nuestras amigas se dieron una vueltecita por el centro sin molestar a nadie y sin ser detectadas por las alarmas que delatan a los muggles.

Lo sobrevolaron todo, todo: la casa Gryffindor, el campo de jugar al Quidditch, el comedor tan tétrico y tan mágico, los dormitorios, y hasta el almacén de escobas.

– ¿Puedo cambiar esta escoba por una Nimbus 2000?, le preguntó Lucía a Dundy, muy bajito.

– No te lo aconsejo. Las escobas de los magos no se pueden hacer invisibles como las de los duendes y tendríamos problema para llegar a casa.

Y no la cambiaron. Pero a Lucía le hubiera gustado muchísimo montarse en una Nimbus de verdad.

Pero cuando subían por las escaleras, en las escobas mágicas,

-claro, que todo fue muy rápido-, y vieron cómo se movían y hablaban entre ellos los personajes de las fotografías que había en la pared, le empezó a entrar miedo.

-¿Mira que si aparece Lord Voldemort?     

NIMBUS LUCÍA MÍO

Sin darse cuenta de que eran invisibles.

Y giraron rumbo al hotel sin percatarse de que las iba siguiendo la mismísima Hedwig, la lechuza de Harry, que para eso es ave nocturna.

Se metieron en la cama y siguieron descansando para estar despabiladas al día siguiente.

Esas son las maravillas del cantidur, se dijo Dundy.

Cuando lo cuente en Duendilandia, ni se lo van a creer.

¿Se acordarían al día siguiente Alba y Lucía de la experiencia del duermevela que les había producido el cantidur de Dundy?

LA REUNIÓN SECRETA

Todos los duendes mayores de 200 años de Duendilandia se reunieron, en secreto, en la orilla del Lago Sagrado.

No se lo habían querido contar a sus esposas, novias o hijas porque era un asunto exclusivamente de varones.

El tema era serio y profundo.

El Gran Duende Emérito, con su magia, tejió, en un plis plas una cúpula con los rayos de Luna menos importantes para que los cubriera y el debate no saliera de aquel recinto.

Parecía una enorme quesera de plata.

Mientras tanto, el Lunipuerto seguía funcionando tranquilamente porque los rayos potentes ya tenían reserva, desde hacía tiempo.

Las duendesas azafatas ni se dieron cuenta de que faltaban los mayores.

Bajo la cúpula lunar, se encontraban todos los duendes adultos del país de Duendilandia.

Eran más de cinco mil.

Algunos andaban muy nerviosos y desasosegados.

Otros no sabían para qué se les había convocado.

Hablaban en corrillos pensando cuál sería la razón de aquella convocatoria.

Llegó, entonces, el Gran Duende Emérito y se sentó en su trono de pétalos.

– Me he enterado de que existe un serio problema en nuestro pueblo, ocasionado por la “Revolución de las Duendesas” .¿Alguien tiene algo que decir?

– Mirad, Gran Duende, dijo don Grimorio: Yo no podía suponer que, al enseñar nuestra magia a las duendesas y darles poderes para utilizarlas, las usarían contra nosotros.

-¿Que usan la magia contra nosotros mismos? Eso está terminantemente prohibido, dijo, muy serio el Gran Duende.

-No es eso, exactamente, añadió don Grimorio: lo que usan son malas artes para tenernos sometidos,.

– ¿Qué malas artes, que no sean mala magia?

-Pues, por ejemplo, dijo don Tartarín, que se niegan a tenernos preparada la ropa limpia. Dicen que ya trabajan toda la noche.

– Tampoco quitan los trastos que nosotros dejamos por los pasillos cuando hacemos experimentos. Mi esposa dice que ya tiene bastantes responsabilidades en su trabajo. Que lo recoja yo. ¡Vamos!

– Mi esposa no se levanta por el día a darle agua al niño, porque dice que también es mío… ¡Como está cansada…!

– De la comida, ni hablemos: cuando llegan de trabajar, tiran de congelado, alegremente.

… Y así, continuaron con una lista enorme de lo que ellos llamaban “malas artes”.

El Gran Duende Emérito, dio un puñetazo sobre la mesa.

-¿Y vosotros sois los que habéis aprobado el curso de “Gestiones cotidianas”? Esa no es la causa de vuestra reunión. ¡Hablad claro!

Todos los duendes se callaron y se escondían unos detrás de otros.

Nadie se atrevía a decir la verdad del asunto.

El Gran Duende Emérito era muy Duende.

Al fin, se levantó una mano. Era la de don Cuadrilátero

-Y, lo más importante, Gran Duende: las duendesas están acaparando los mejores puestos de trabajo de Duendilandia.

– ¿Qué va a ser de los duendes si las duendesas gobiernan el País?

– Porque, de seguir a esa velocidad, nos comen la tajada en un par de centenarios.

– Eso es lo que yo quería oír. Las tenéis miedo, ¿verdad?

– Un poco, sí.

– ¿Y qué pasaría que el país estuviera dirigido por la duendesas?, dijo el Gran Duende. Incluso yo podría renunciar a mi cargo y colocar a una Gran Duendesa, que seguramente os gobernaría mucho mejor.

– ¡Oh! ¡No! Sería terrible que nos mandara una duendesa.

– Nos humillaría.

– Nos convertiríamos en sus esclavos.

– Tendríamos que pensar siempre en lo que les gustara a ellas.

-Tendrían sus propias ideas… ¡y eso puede ser espantoso!

– Perderíamos nuestra personalidad.

– …Y seríamos el marido de… porque ella sería la importante.

El Gran Duende Emérito sonrió.

-¿Os dais cuenta de que hasta la “Revolución de las Duendesas” ese ha sido su papel en la sociedad? ¿Tan mal os sienta repartir los papeles?

– No se trata de repartir. Es que como las duendesas son más constantes y más competentes que nosotros, quedaríamos reducidos a una minoría insignificante en el ranking laboral.

– Pues ya podéis pensar una solución. Os convoco para la noche próxima.

Y desapareció

Que para eso era el Gran Duende Emérito.

También desapareció la cúpula de plata hecha con rayos de Luna.

Estaba amaneciendo         BOVEDA MÍA

LA CUOTA

Durante el día, y metidos en su casa, con las ventanas bien cerradas para que el Sol no les derritiera, los duendes de Duendilandia, le daban vueltas al cerebro.

Algunos, como don Cuadrilátero, le hacían preguntas sospechosas a su esposa.

– Oye, Borlita: Ahora que trabajas en Duendibank, y tienes un buen puesto, ¿has pensado que te podían nombrar directora de la oficina?

– Pues, claro que lo he pensado. E, incluso, que podría ser sin ningún problema, presidente del Consejo de Administración del Banco. ¿No te hace ilusión?

– Claro que sí… pero ¿me seguirías queriendo lo mismo?

-¡Qué cosas tienes, Cuadri!

Y le dio un cariñoso beso en la oreja derecha.

– ¿Y no te daría vergüenza que tu marido fuera solamente el Jefe de Exportación del Lunipuerto?-

-¿Cómo se te ocurre pensar eso? Cada uno es lo que es en su puesto. El trabajo no le hace de menos al amor.

-Es que el Duendibank es el banco más importante del país.

– Pero tú eres lo más importante para mí. Y tu puesto de trabajo es de una gran responsabilidad.

-¿Y Fok y Dundy?

– Chico, ¡qué pelma!… los hijos , son los hijos.

OJITOS MÍOS

-¿Y a ti te gustaría que Dundy tuviera un buen trabajo y Fok estuviera en el paro?

-Pues, mira: si Fok sigue holgazaneando, como ahora, su hermana será mucho más importante que él.

– Dicen las estadísticas que, en unos años, los mejores trabajos los van a tener las duendesas.

– Lógico. Nosotras ponemos más entusiasmo en todo lo que hacemos.

– ¿Y qué haremos los duendes si nos quedamos con los trabajos que no os gustan a las duendesas?

– Pues lo mismo que hicimos las duendesas hasta que montamos la Revolución: quedaros en casa y dejarnos a nosotras que hagamos excursiones a la Tierra.

– ¡Qué horror! ¿Qué puede hacer un duende sin fastidiar a los humanos?

– Oye, majete: que las duendesas cuando bajamos por el rayo de Luna no vamos a fastidiar sino a ayudar a las personas. Encima, nosotras hacemos el bien. Vosotros vais a molestar.

– ¡Es tan divertido hacer rabiar a la gente!

– Esa es otra de las cosas que hay que aclarar en cuanto seamos más las duendesas que vayamos al Parlamento. Por cierto: te arreglas con la comida porque esta noche me largo a Bilbao con Dundy. No nos queremos perder la floración de los magnolios de la plaza de Levante. Hasta mañana.

Estas palabras de doña Borlita hicieron pensar a don Cuadrilátero durante toda la noche.

En su cerebro se fue formando una idea luminosa.

Cuando a la noche siguiente, el Gran Duende Emérito volvió a colocar la cúpula de Luna bajo la que se reunieron todos los duendes mayores, cada uno tenía una solución diferente al problema.

Había mucho jaleo.

   Todos los duendes hablaban a la vez.

Parecía que estaban en España.

Don Cuadrilátero, se había quedado en casa solo con Fok, que no tenía puntos para viajar, y le pidió que recogiera la mesa para acudir a tiempo a la reunión.

Fok lo hizo de mala gana. Pero la recogió muy bien.

Seguramente aprobaría las prácticas en el siguiente examen.

Cuando llegó el Gran Duende Emérito todos los duendes le hicieron una reverencia, como señal de respeto.

Sentado en el trono de pétalos, el Gran Duende les preguntó si habían encontrado solución al problema de la invasión laboral de las duendesas.

– Es que no podemos con ellas, dijo don Frijón muy enfadado.

-don Frijón era el esposo de doña Brisa- . Mi esposa está bajando todas las noches a Bilbao porque dice que allí es muy bella la primavera.

– Eso no es malo, le contestó el gran Duende.

– Pero tengo que cuidar yo del niño y no puedo hacer travesuras en el nuevo estadio de San Mamés.

– ¿Ya está terminado?, preguntó Fanfa, que acababa de cumplir los 200 años y era la primera vez que acudía a una reunión de mayores.

-Casi. Pero ese no es el tema de la junta.

Fanfa se calló un poco avergonzado por hablar a destiempo.

– Nos hemos reunido aquí, para solucionar el problema que se nos avecina a los duendes por haberles concedido la libertad a las duendesas.

– Estábamos mejor antes, cuando ellas tenían prohibido viajar a la Tierra.

-Y quieren hacerlo todas.

– Y lo hacen, además de trabajar en los mejores cargos del país.

– Nos van a anular como seres duendiles.

– Nos entrarán complejos y depresiones.

– Y no tendremos humor para hacer magias y reírnos de las personas.

– Hay que buscar una solución.

Entonces, don Cuadrilátero se puso de pie. Todo el mundo le miró porque era un duende muy atractivo y tenía mucho ingenio.

Don Cuadrilátero se frotó las manos.

Y habló.

– Ya sabéis que mi esposa doña Borlita es una de las fundadoras de la “Revolución de las Duendesas”…

Un enorme abucheo chocó contra la bóveda lunar del recinto. Don Cuadrilátero tragó saliva y continuó.

– Mi esposa, que es muy inteligente, y tiene un gran cargo en el Duendibank, se queja de que, en su oficina es la única duendesa; todos los compañeros son duendes. También piensa que las duendesas no están lo suficientemente representadas en las Instituciones del País

– Seguro que también querría estar aquí. Opinando.

A don Cuadrilátero le sentó muy mal la intervención de don Groyo, que era un machista, y continuó.

-A mí también me parece que las duendesas deben figurar en todas las actividades. Son muy valiosas y nos pueden ayudar mucho. Tienen grandes ideas.

– ¿Y qué quieres? ¿Qué nos retiremos nosotros y las dejemos mangonear a ellas?, continuó don Groyo, carcajeándose.

– Si no nos ponemos las pilas, nos van a retirar ellas, en cuanto compitan con nosotros por cualquier trabajo, dijo don Cuadrilátero. No te hagas el chulito.

– ¿Y has encontrado una solución?, le preguntó el Gran Duende.

– Pues sí.

– Habla.

– Pues, como las duendesas se quejan de que no participan en casi ninguna de las labores del país, podemos hacer una ley que diga que en todas las actividades debe de haber el mismo número de duendes que de duendesas.

-¡¡¡Noooo!!!

– ¡Nos quitarán la mitad de los trabajos!

Todos los duendes se pusieron a caminar por la pared curva de la bóveda en señal de disgusto. Como eran mágicos, no tenían problemas con la ley de la gravedad.

Hasta que les mando callar el Gran Duende Emérito.

– ¡Silencio!. Tiene razón don Cuadrilátero: Si les cedemos la mitad de nuestros puestos de trabajo, las tendremos contentas… y aseguramos la otra mitad para los duendes, antes de que las duendesas acaparen el control del país.

¡¡¡Viva!!!

Eso lo llamaremos la “cuota del cincuenta por ciento” de duendesas y duendes.

beso óvalo

                         Y se votó por mayoría.

                 Mismos derechos

                  Mismos deberes

                   Misma magia

LA INVITACIÓN REAL

Mientras los duendes adultos debatían, bajo la cúpula lunar, los trascendentes problemas originados por la aparición de las duendesas en la vida pública de Duendilandia, éstas estaban tan ricamente haciendo una excursión a la Tierra y mirando escaparates para luego tener ideas.

El intercambio de ideas no deja de ser curioso: unas veces a las terrícolas se les ocurren cosas que entusiasman a las duendesas y otras veces son las duendesas las que ayudan a las personas, cuando ven que tienen algún problema.

¡Resulta que la Tierra también se estaba beneficiando de la Revolución de las Duendesas!

¡Y aquí sin saberlo!

Lucía había comenzado a sacar muy buenas notas porque su amiga Dundy le ayudaba en los deberes.

Incluso, en la clase de Gimnasia Rítmica, que tanto le gustaba, era capaz de realizar movimientos que hacía días no podía conseguir.

Así que le dieron un premio.

Aquella noche, Alba y Lucía comentaban en su habitación del hotel londinense lo estupendo que era tener una amiga duendesa.

En esto que vieron aparecer a doña Borlita, doña Flauta y doña Brisa acompañando a Dundy.

Las hermanas saludaron a las señoras duendesas muy amablemente y les agradecieron todas las atenciones que habían tenido con ellas en su viaje a Duendilandia.

– Fue demasiado rápido, dijo doña Flauta con su cantarina voz.

-Es lo malo que tiene esto de vivir en dos mundos distintos: nunca nos podemos quedar todo el tiempo que nos apetece.

– A mí se me hace siempre corto, añadió doña Brisa, dando un suspiro suavísimo.

– Os vamos a dejar a las amiguitas solas, dijo doña Borlita. Las señoras queremos ver escaparates. Esta noche vamos a ir al Covent Garden. En Portobello estuvimos el año pasado y nos encantó. Además estos mercadillos, tienen mucho arte y mucha vida nocturna. Y también podemos disfrutarlo nosotras las duendesas. Adiós

-Adiós, dijeron las niñas.

Y Dundy se quedó con ellas.

Mientras las señoras recorrían las calles del Covent Garden, tuvieron una idea duendil. Se le ocurrió a doña Flauta, que siempre era la más lanzada de las tres.

-¿ Y si le hacemos una magia a la reina de Inglaterra?

– ¿Cuál?

– Invitando a la familia Agüero Carriedo a tomar el té con ella. Como es tan estirada, se va a sentir incómoda recibiendo a unos plebeyos en su palacio de Buckingham.

– ¿Y los plebeyos no se van a sentir incómodos?

– Ellos no: recibirán una invitación personal de la reina y se sentirán muy orgullosos. No tienen que saber que es una magia.

Hizo un triple pestañeo y apareció una invitación en cartulina con los borde dorados y donde se leía:

INVITACIÓN GÓTICA

En la parte de atrás aclaraba: “No es necesario acudir con traje de cóctel”

Lo del escudo real les pareció muy convincente a todas.

Con otro triple pestañeo, apareció la carta sobre el mostrador de la recepción de hotel. El recepcionista, cuando lo vio se quedó muy sorprendido y llamó al gerente:

– Míster Smith: ¿Sabe usted si esta familia de Bilbao tiene parentesco con su Graciosa Majestad?

– No, que yo sepa. (Lo hablaban en inglés, naturalmente).

-Pues les acaban de enviar una invitación desde Buckingham Palace.

– Entonces tenemos que ser mucho más atentos con ellos. A lo mejor pertenecen a la realeza y viajan de incógnito.

-Pues eso… Y dio orden a todos los empleados para que les trataran a cuerpo de rey.

El gerente del hotel, señor Smith, cogió la carta y se la llevó en persona a los Agüero Carriedo que descansaban en su habitación. Llamó con los nudillos:

– ¿Señor Agüero?

– Papá Víctor salió inmediatamente a la puerta y se quedó ojiplático cuando vio el remite del sobre y la cara de estúpido que presentaba el gerente sonriendo de oreja a oreja. Muy digno, cogió el sobre y dijo:

– Muchas gracias. Lo estaba esperando.

Enseguida acudieron la mamá y las dos hijas.

¿Qué es eso que estabas esperando?

– Yo no esperaba nada. Lo he dicho para que no fisgara más el gerente.

– ¿Y qué es?

– Es un sobre muy bonito. No lo rasgues, dijo mamá. Utiliza un cuchillo.

Y papá lo abrió con mucho protocolo.

No se lo podían creer.

¡La mismísima reina de Inglaterra les invitaba a tomar el té con ella!… ¡Al día siguiente!

– ¡Y qué me pongo!… dijeron todas.

– No creo que eso sea problema, reflexionó mamá. Si la reina nos ha invitado es que es muy sencilla. Vamos con la ropa que hemos traído.

¿Quién le habría dicho a Su Majestad que estaban en Londres?

Porque ellos, solamente tenían previsto presenciar el Cambio de la Guardia a las 11, 30 como todos los turistas.

 

EQUIVOCACIÓN

Lo que no sabían nuestras duendesas, porque no se habían molestado en averiguarlo, era que la Queen estaba de vacaciones en el palacio de Balmoral, en plena Escocia, un lugar lleno de castillos con su fantasma y todo.

La familia Agüero Carriedo salió del hotel, a eso de las tres para no llegar tarde a la cita real. Los ingleses son muy estrictos con la puntualidad.

Cuando llegaron a palacio y enseñaron la tarjeta se les fueron abriendo todas las puertas hasta llegar a las habitaciones privadas de la reina.

-No comprendo este error, dijo el mayordomo, que vestía un traje de etiqueta. Su majestad ha ido a Balmoral.

– Entonces, ¿estará esperándonos allí?

– Nosotros les podemos ofrecer el helicóptero de emergencia para que lleguen a la cita, dijo el mayordomo, que aunque parecía un poco estirado, era muy cortés.

Y llegaron a Balmoral en helicóptero.

Pero ya eran las 5,30 pm.

La reina, exigía puntualidad inglesa y era mejor no aparecer en su presencia, que llegar tarde.

– ¿Qué hacemos ahora?

-Con esta tarjeta,- les dijeron los conserjes- pueden visitar el castillo gratis, siempre que no se acerquen a las habitaciones reales.

– De acuerdo.

Y, aunque no estaba en sus planes, pensaron que no era mala cosa visitar un auténtico castillo escocés.

Hay que aprovechar las oportunidades.

-¿Y si se nos aparece un fantasma?,¡Qué guay!, pensó Lucía a la que le gustan mucho estas novedades.

Aquello les parecía maravilloso y recorrieron las habitaciones abiertas al público disfrutando de tantas y tantas cosas interesantes.

Como Lucía y Alba de entretenían en leer todos los rótulos y los comentarios de cada sala , se les fue haciendo de noche sin darse cuenta.

A la hora de cerrar las puertas a las visitas, se apagaron las luces.

¡Se habían quedado encerrados en el castillo!

¡Qué miedo!

…Menos mal que Dundy estaba con ellos.

Papá y mamá estaban muy preocupados.

¡Los móviles no funcionaban!

– Mirad, hijas: nosotros nos vamos a buscar algún vigilante nocturno para que nos saque de aquí. Vosotras esperáis en esta sala de las armaduras, no sea que, con tantas habitaciones nos perdamos.

Y los papás se fueron cada uno por distinto camino, para encontrar antes al vigilante.

Dundy les iba encendiendo, con sucesivos pestañeos, las luces de cada sala a medida que pasaban, sin que ellos se dieran cuenta.

Cuando se quedaron solas, como ya era de noche cerrada, salió Dundy de la mochila de Alba, preocupadísima.

Dijo muy seria:

– Olvidaos de la visita al castillo. Alba: tenemos que pensar algo. Mi hermano Fok está llegando para raptarte y llevarte a Duendilandia.

– ¿Raptarme a mí?…¡Pero si yo no quiero casarme con él!

– ¿Qué podemos hacer?

En esto, aparecieron doña Borlita y sus amigas doña Brisa y doña Flauta.

Alba y Lucía no se lo podían creer.

– ¿Qué pasa, mamá?, dijo Dundy.

-Que nos hemos enterado de la barbaridad que quiere hacer tu hermano y le vamos a dar una lección. Ya vais a ver.

Entre las tres señoras duendesas hicieron una magia, a base de pestañeos especializados para que Alba se quedara invisible.

Y se pusieron a esperar a Fok.

Al cabo de un rato, cruzó la vidriera del ventanal el enamorado galán, agarrado a un rayo JC-23, con una estrella en el extremo.

-¿Qué pintáis vosotras aquí?, preguntó Fok, mirando a las señoras duendesas.

-¿Que qué pintamos?, le dijo su madre. ¡Queremos impedir que hagas algo de lo que te arrepentirás toda tu vida!

-¡Quiero a Alba y la voy a convertir en duendesa, para casarme con ella!

– Pero es que a ella no le apetece, le dijo Lucía.

– Además no está aquí.

-¿Y qué hago yo ahora?

-¡Marcharte con viento fresco!, le dijo Lucía, muy decidida.

Pero Fok, aunque no aprobaba el curso de Gestiones Cotidianas, era un experto en magia duendil, y enseguida se dio cuenta de que su madre le había hecho una trampa y había convertido a Alba en invisible.

– ¡Sí que está aquí!… que la estoy viendo con mi visión mágica.

Realizó, entonces un pestañeo superdifícil y le quito la invisibilidad a Alba.

– ¡No hagas eso!, le dijo su madre, doña Borlita, ¿Tú sabes el castigo que tiene el deshacer una magTIJERAS MÍASia de los mayores?

– ¡Ya no me importa nada!… ja, ja…, dijo Fok con cara de malo.

Entonces… sacó el rayo JC-23, en el que había venido… y ató con él la cintura de Alba, que estaba muerta de miedo.

Las señoras duendesas se quedaron asustadas porque jamás ningún hijo había desobedecido a su madre de una manera tan villana.

Ni podían actuar, del impacto.

Doña Borlita se avergonzaba de su hijo.

Pero Dundy, le estaba dando instrucciones a Lucía, a través del blablaeco, y ésta, se iba acercando despacito hasta unas tijeras enormes, de hierro, de la Edad Media, que había junto a un velón.

Agarró las tijeras con las dos manos y con todas sus fuerzas.

Dundy, que lo tenía todo planificado…, estornudó estrepitosamente, para distraer a su hermano…

… Y Lucía cortó, entonces, con las tijeras el rayo de Luna que ataba la cintura de Alba.

¡Nadie había cortado jamás un rayo de Luna!

EL CASTIGO

Lucía notó inmediatamente un fuerte calor en la mano y vio como las tijeras se volvieron de oro.

Las dejó caer, asustada.

Le machacaron el pie derecho.

El rayo, entonces, comenzó a girar en forma de espiral, despidiendo luces, como si fueran fuegos artificiales, y se fue encogiendo hasta la Luna a través de la vidriera de la ventana.

¡¡¡Hurra, Lucía‼!

– ¡Me has salvado, hermana!, le dijo Alba, muy emocionada.

Y le dio un beso.

Estaba casi amaneciendo y las duendesas debían marcharse a Duendilandia.

– Ya nos debemos ir, dijo doña Borlita. ¿Vienes con nosotras?, Dundy.

– Claro. Pero, ¿qué hacemos con Fok, que no tiene rayo de Luna para volver?

– Que se quede en la Tierra hasta que el Consejo de Mayores decida que ha cumplido su castigo.

– Que va a ser muy largo, dijo Dundy.

En ese momento toda la sala comenzó a dar vueltas, como si hubiera llegado un tornado.

Apareció, entonces, el fantasma de la doncella Catherine Gordon, vestida con una túnica blanquísima y con la melena hasta las rodillas.

Tanto la niñas como las duendesas se quedaron alucinadas. ¡Era verdad que los castillos de Escocia tenían su fantasma privado!

Era un fantasma transparente y etéreo, que no se apoyaba en el suelo. Se parecía a la magifoto de Alba en 3D, que Fok tenía en su cuarto de Duendilandia. Solo que hablaba.

-¿Qué hacéis invadiendo mis habitaciones?, preguntó Catherine, con una voz transparente como el cristal.

Entre las duendesas y las niñas le explicaron lo que estaba sucediendo.

-La historia se repite, dijo. A mí me ocurrió algo semejante cuando me iba a raptar Sir William Browning, un amigo de mi padre al que yo no quería. Decidí escaparme por la ventana de la torre, y se me rompió el nudo de las sábanas, cayendo al vacío.

Desde entonces, mi espíritu vaga por estas salas clamando justicia para todas aquellas doncellas a las que obligan a casarse en contra de su voluntad.

– Ese es mi caso, dijo Alba. Además, me quieren llevar a otro planeta que se llama Duendilandia y convertirme en duendesa…¡Ay!

Y Alba se echó a llorar con todas sus fuerzas.

– ¿Quién es el villano que pretende obligarte a semejante cosa?

– Soy yo, dijo Fok, que se había escondido, avergonzado, detrás de un candelabro.

– ¿Tú?… ¿Y tan pequeño?… No pareces humano.

– Es que no lo soy, sino duende de Duendilandia. Pero estoy enamorado hasta los tuétanos.

– Eso no te justifica. ¡Yo no te quiero!, dijo Alba muy decidida.fantasmilla amarillo

Entonces Catherine se percató del tamaño de doña Borlita, doña Flauta y doña Brisa.

– ¿Ustedes también son duendesas?

– Sí… Pero si no le importa, Miss Catherine, nos tenemos que marchar inmediatamente porque va a amanecer enseguida y los poderes nos desaparecen con la luz del sol.

FOK MÍO– Sin embargo, dijo Dundy, mi hermano Fok no puede marcharse con nosotras porque no tiene medio de locomoción. ¿Se podría quedar con usted en este castillo, hasta que se le solucione el problema?

-El caso es que yo, como soy fantasma, solamente actúo por la noche. Durante en día estoy integrada en los muros del castillo.

– Yo tampoco tengo poderes con la luz del sol, dijo Fok, que apenas si se atrevía a levantar los ojos del suelo, avergonzado. ¿Me aceptaría como paje nocturno?

Antes de que le respondiera Catherine, se oyeron las voces de papá y mamá que habían encontrado al vigilante y venían a sacar a sus hijas del encierro

-Alba, Lucía: ¡Ya está todo resuelto!

Y entraron en la habitación, desapareciendo en aquel momento tanto Catherine como Fok, y todas las duendesas, incluida Dundy.

No debían ser vistas por los mayores.

El vigilante volvió a disculparse ante las niñas por no haber hecho el recorrido de todas las salas antes de cerrar y las invitó a acompañarle hacia la puerta del castillo.

– Perdonen ustedes, pero se podían haber tropezado con el fantasma de Catherine Gordon, que suele vagar por estas habitaciones en las noches de luna llena.

– ¿Quién es Catherine Gordon?, dijo mamá.

-En los folletos de la entrada se explica su desventura, dijo el vigilante.

Y se los llevó de allí.

A salir de aquella sala, en la que habían ocurrido tan maravillosos acontecimientos, Lucía agarró el resto de rayo de Luna que estaba en el suelo y que terminaba en una estrella maravillosa.

Y lo metió en su mochila.

No sabía que se estaba llevando una auténtica varita mágica.

Y colorín colorado.

¿Se quedó Fok de paje de Catherine?

¿Cuándo le levantaron el castigo?

Todo esto y mucho más os lo contaré cuando Margot sea mayor y le escriba la tercera parte de esta historia.

…Porque ésta es una historia para chicas maravillosas.

Igual que vosotras

Petra- Jesús Blanco Rubio

Bilbao 17-8-2015